COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Exhortación y promesa
En esta lectura, final del libro del profeta Oseas, es una exhortación y una promesa dirigida a su pueblo. Es una exhortación y una promesa permanente para nuestra vida. La liturgia nos las recuerda en este camino cuaresmal de conversión.
La conversión, siempre es un volver al Dios de la creación, al Dios que ama, acompaña y conduce a su pueblo, de ahí la invitación constante y permanente a “volver al Señor”. Volver a renovar la alianza pactada con Dios y apartarse de otros dioses hechos de manos humanas. Volver a religarse con Él.
En este caminar cuaresmal se nos invita también a nosotros a volver al Señor, a descubrir que es Él, el que nos ama, el que nos acompaña en este caminar. Este volver exige ver a qué dioses servimos y seguimos en nuestra vida, eso, igual nos están haciendo olvidar al Dios que por amor nos da la vida, por amor cuida y vela por nosotros y por amor quiere que confiemos en Él.
Este libro del profeta desde el comienzo hasta el final va haciendo memoria del comportamiento de Dios con su pueblo y el comportamiento del pueblo con su Dios. Oseas es un profeta que recuerda constantemente el amor incondicional de Dios con su pueblo, con muchas metáforas, sacadas del existir diario.
Pregunta importante y la mejor respuesta
En este dialogo de Jesús con el escriba, hace el escríbase una pregunta, una pregunta existencial, que, con frecuencia nos la hacemos todos, como algo normal. Para un judío, con muchísimas leyes y preceptos, era una pregunta fundamental. Quería saber cuál es lo decisivo para vivir con sentido la vida. Nosotros cuando la hacemos buscamos dar un sentido a nuestra vida y saber lo fundamental para nuestra realización.
Lo más importante del dialogo es la respuesta. Respuesta, que todo judío sabía de memoria, que recitaba todos los días y era lo que le daba sentido a su vida, lo que le ayudaba a realizarse como persona, pero no sabiéndolo solamente, sino sobre todo cumpliéndolo. Las palabras de ánimo de Jesús “has respondido sensatamente” es una invitación a que lo viva, lo practique.
La respuesta al escriba inquieto, nos estimula a descubrir y buscar la verdad en nuestra actuación diaria y en nuestra misión. Llamados como somos a vivir con Jesús y desde Él, su proyecto de hacer el Reino de Dios, es muy importante la coherencia de vida. Somos muy sabios en normas y preceptos, los tenemos, y nos cuesta más el ser sabios en el actuar desde los valores evangélicos y desde las enseñanzas de Jesús.
El amor a Dios y el amor a los demás es una tarea diaria, es la mejor fórmula y manera de lograr nuestra identidad como personas. Dios nos ama, nos acompaña, confía en nosotros y esto nos exige correspondencia de amor a Él. El amor a los demás, aunque nos cuesta, es tan necesario como el amor a Dios, pues les necesitamos, con su actuación nos protegen y nos ayudan. Cumpliendo este mandato nos realizamos como personas
Hno. Rafael Romero Licdo filosofía
Comentarios
Publicar un comentario