COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Dios convierte el mal en salvación
En esta lectura se pone de manifiesto la providencia de Dios, que dirige los acontecimientos humanos, incluidos los malos, para sus planes de salvación. La historia de José expresa las infidelidades de Israel y sobre todo el estilo que tiene Dios de sacar bien del mal. La envidia, el rencor de los hermanos para con José, a lo que contribuye sus sueños de grandeza, provoca el deseo de deshacerse del hermano menor: «Matémoslo y echémoslo en un pozo cualquiera». Aunque después se conformaron con venderle a los mercaderes que pasaban por allá. Más tarde dirá José: “Aunque vosotros pensabais hacerme daño, Dios lo pensó para bien”.
Conviene que nos fijemos también en el paralelismo con la muerte de Cristo. José sufrió la condena de sus hermanos, fue vendido por unas monedas; pero su sufrimiento sería causa de salvación para los suyos y para otros pueblos.
Cristo es la piedra angular
En este evangelio resuena el mismo grito: “Venid, matémosle” dicho por los labradores infieles que llegan a apalear a los enviados y a matar al hijo. Pero aquí es más trágica: “Matémosle y nos quedaremos con su herencia”. La envidia y la mezquindad de los dirigentes de su pueblo le llevan a la muerte. José se convirtió en causa de salvación para los suyos. Jesucristo se convertirá también en la piedra angular del templo único, formado por los gentiles y los judíos creyentes. Es la obra del Señor. Su camino es serio: incluye la entrega total de su vida.
Nuestro camino de Pascua supone también aceptar la cruz de Cristo. Convencidos de que, como Dios escribe recto con líneas torcidas, también nuestro dolor o nuestra renuncia, como los de Cristo, conducen a la vida.
¿Somos una viña que da sus frutos a Dios? ¿o le estamos defraudando año tras año? ¿somos infieles? ¿o tal vez perezosos, descuidados? Vamos hacia la Pascua, que es el paso de la muerte a la vida.
Hno. Rafael Romero Licdo filosofía
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