COMPARTIENDO EL EVANGELIO

El Señor es compasivo y misericordioso

El profeta Miqueas hoy nos ofrece una oración humilde, llena de confianza en Dios; humilde porque sabe muy bien cuál es el lugar de Dios y cuál es lugar del pueblo de Israel que vuelve del destierro, abatido, triste y desesperanzado; y llena de confianza en Dios porque está seguro de que el único que puede liberar, perdonar y reconstruir al pueblo de Israel es Dios y fuera de Él no hay otro. “Bajo el cielo no hay otro nombre que pueda salvarnos”, todos los que hemos pasado de la muerte a la vida hemos tenido esta experiencia y es la misma que tiene que tener Israel para descubrir este Dios misericordioso.

Por eso, el profeta invita al pueblo a mantener firme su fe en Yahvé, quiere mostrarle el rostro misericordioso de Dios, quiere que miren al futuro con esperanza, creyendo firmemente que la misericordia de Dios es infinita.

Esta misma invitación también nos la hace a nosotros. En medio de la situación que estamos viviendo con la pandemia, confiemos en Dios que es siempre fiel y misericordioso y nunca nos abandona. Volvamos a Él y pongámoslo en el centro de nuestra vida para que podamos vivir estos momentos de sufrimiento con paz y esperanza.

La misericordia del Señor dura siempre

Hoy nos presenta la Iglesia una de las tres parábolas de la misericordia del evangelista Lucas. Con esta parábola Jesús quiere mostrar la inmensa misericordia de Dios, que es un Padre bueno para con sus hijos. Dios acoge y ama a todos por igual, sin distinción alguna. Sin embargo, el obstáculo para poder experimentar este amor lo ponemos nosotros.

Por una parte, Jesús nos presenta al hijo menor, que se aleja de la casa del Padre y muestra las consecuencias que conlleva transitar por caminos opuestos a la voluntad de Dios. ¿Quién no se ha alejado alguna vez del camino de Dios? Bien sabemos que cuando nos alejamos de Dios sólo encontramos desengaño, miseria y soledad. Pero lo bueno es hacer como hizo este hijo, que en un momento dado “entró dentro de sí” y se dio cuenta de que se había equivocado.

Es bueno pararse de vez en cuando, entrar en nuestro interior, examinar nuestros actos, nuestro comportamiento y ver si realmente estamos viviendo como Dios quiere, si estamos siendo coherentes con nuestra vida. Siempre estamos a tiempo de volver al buen camino, de volvernos a Dios.

Por otro lado, aparece la actitud del hijo mayor, que aparentemente es el que está en el camino de Dios, porque siempre ha estado junto a Él, siendo cumplidor y considerándose justo y fiel, pero que al fondo con su gran soberbia se ha alejado de lo principal de un verdadero cristiano, que es practicar la misericordia y no juzgar a los demás.

Sin duda, que el gran protagonista de la parábola es el padre, el cual sale al encuentro de los dos hijos. A Él es a quien tenemos que imitar siempre en su gran misericordia para con todos.

Repasemos nuestra vida a la luz de cada uno de estos personajes y veamos en cuál de estas tres figuras nos vemos reflejados. ¿Realmente actuamos como el padre?

Hno. Rafael Romero Licdo filosofía 

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