CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ DIA 1
*Preparación para la Consagración a San José*
*1° Etapa* : Conocimiento de sí mismo.
Muchas veces se nos habla del “conocimiento de sí mismo” en relación a nuestros pecados, heridas, miserias y fragilidades. Eso es necesario, pero antes es preciso -a la luz de la Teología del Cuerpo- conocer cuál era el diseño original del Padre al crearnos. Ese diseño y el sueño de comunión con el hombre es revelado en el libro del Génesis y subsiste en nosotros mismos, al punto que podemos “leerlo” en nuestros propios cuerpos. Como un “eco lejano del origen” persiste en nosotros un deseo infinito e inmenso de Bondad, Belleza y Verdad.
*Día 1* : Nuestra identidad como hijos del Padre
*Etapa 1* : Conocimiento de sí mismo
_“El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar”_ (Catecismo, 27)
Lo más importante de nuestra vida es la unión con Dios. Creados a su imagen y semejanza de Dios, estamos hechos para la comunión con Él. ¿Cómo olvidar el grito del corazón del gran Agustín de Hipona, que es el “grito” de todo corazón humano: _“nos hiciste, oh Dios, para Tí… y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Tí”_ ?
_“Descansar en Dios”_ : eso anhelamos en lo más profundo de nuestro ser. Es la experiencia de la plenitud, la que gozaban nuestros primeros padres en el Paraíso y de la cual hoy sentimos nostalgia. Eso explica que muchas veces, incluso en los momentos dichosos de la vida, sentimos que nos “falta algo”, que estamos insatisfechos… que nuestro corazón sigue “inquieto”. La total quietud se dará en el Cielo: aquí podemos descansar en Dios de manera real, pero imperfecta.
¿No has pensado que muchos de tus sufrimientos y angustias tienen como base tu falta de unión con Dios? Es por eso que el antídoto para tantas horas de tristeza y vacío es desear y procurar una cada vez mayor intimidad y comunión con Él. Esa ha de ser la meta principal de nuestra existencia.
Sentimos “anhelo” y en cierto modo “nostalgia” del regazo del Padre... porque “al principio” fuimos hechos en una total cercanía con el Padre. Dios, en el Edén, “se paseaba por el jardín. Esa cercanía y descanso era real; debían dejárnosla como herencia, y se perdió por el pecado de nuestros primeros padres.
La Redención de Cristo, su Muerte y su Resurrección pueden restituir lo perdido y restaurar lo dañado. Al hacerse hombre, Jesús se convierte en el Camino. A través de Él, con Él, y en Él podemos alcanzar ese “descansar en Dios”. Él dijo, exactamente: _“Vengan a mí los afligidos y cansados… y encontrarán descanso”_ . (Mt 11, 28-30)
La vocación inicial de vivir con y para Dios comienza a restablecerse en nosotros por el Bautismo. A través de él nos unimos a Jesucristo y nos hacemos hijos en el Hijo; de este modo nos convertimos en herederos de todo lo que es suyo, especialmente su unión con el Padre.
El Bautismo es el inicio del camino personal, en el que tenemos caídas y retrocesos… No debe esto llevarnos al desánimo y la tristeza, sino a enfrentar nuestra vida con entusiasmo, como una aventura apasionante. Dios ha tomado la iniciativa de crearnos y salvarnos en Cristo. Nos sostiene, nos acompaña, ¡nos levanta cuando caemos!, nos regala lo que necesitamos para seguir, y nos espera en el Cielo. El Hijo se hizo uno de nosotros para “cargarnos sobre sí”, como a la oveja perdida, y llevarnos de nuevo al Paraíso, es decir, al Corazón del Padre.
Una de las frases favoritas de Juan Pablo II era _“Cristo, el nuevo Adán (...) manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.”_ (GS 22). Contemplando a Jesús aprendemos a ser hijos, a entregarnos, a ser un don para todos.
_San José nos quiere regalar un conocimiento más profundo del Hijo que se hizo su hijo._
_San José nos descubre también la belleza de confiar en un Padre Providente en todo momento._
_San José nos puede ayudar a descubrir y redescubrir que fuimos hechos “para Dios”, y que nuestro corazón estará inquieto mientras no descanse en Él._
*Oración a San José*
Glorioso Patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas más imposibles, ven en mi ayuda en esta intención que te confío...
Toma bajo tu protección esta situación que te encomiendo a fin de que tenga una feliz solución.
Mi bien amado padre, toda mi confianza está puesta en ti; que no se diga que te he invocado en vano y, puesto que tú puedes TODO ante Jesús y María, muestrame que tu bondad es tan grande como tu poder.
Compartido por: Hno. Rafael Romero Licdo filosofía
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