CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ DIA 2

*Preparación para la Consagración a San José* desde la
 _Teología del Cuerpo_

*Día 2* :  
El papel de José y María en nuestras vidas
*Etapa 1*/ Conocimiento de sí mismo.

La Iglesia llama a menudo a la familia _Escuela del Amor_. Es en su seno donde aprendemos -o deberíamos aprender- a amar. El fundamento de ese aprendizaje es el modo como nosotros somos amados primero por nuestros padres, al punto que este amor configura nuestra identidad y nuestras tendencias en cómo amamos hoy.

El *primer aprendizaje* del amor depende del matrimonio de nuestros padres. En la medida en que ellos comprenden el amor como _donación de sí mismos_, será mejor o peor el ejemplo y huella para los hijos sobre lo que es el amor. Los niños observan y se nutren de lo que el esposos y la esposa son el uno para el otro, para bien o para mal.

La *segunda lección* de amor se da a través de la relación personal de cada padre con cada hijo. El niño aprende algo de la propia identidad de su padre y de su madre según el modo en que es amado por ellos en su trato individual. El amor de una madre forma una àrea de nuestra personalidad, y el amor de un padre forma otra área diferente, tan necesaria como la anterior.

Lo ideal sería que nuestros primeros educadores fueran perfectos. Desafortunadamente, toda persona humana -también nuestros progenitores- sufre las heridas de la concupiscencia y múltiples imperfecciones. Ellas se traducen a menudo en nuestra propia carencia o falta de educación en esta escuela del amor, que es la familia. 

Hay cientos de maneras en que los padres pueden proporcionar un amor imperfecto. Cada vez que un padre pone sus propios sentimientos y necesidades antes que los de su hijo, se está enseñando una lección de amor imperfecto. O cuando un padre descuida de manera egoísta las necesidades de crianza de un niño. La lista de gestos propios de un amor imperfecto sería interminable, pero  -en síntesis- es cierto que todos lo hemos experimentado en alguna manera y medida. Todos amamos de modo imperfecto, lo que tiene una influencia negativa en los niños, creados para aprender de sus padres lo que es el amor.

Cristo, Dios y Hombre verdadero, fue educado en la “escuela de amor” perfecta. Su “Corazón” humano se formó en la relación con una madre perfecta y un padre perfecto. Jesús “iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres” (Lc 2,52) dentro de la Sagrada Familia. Este desarrollo no era sólo espiritual: era integralmente humano, en todos los aspectos. Su desarrollo espiritual estaba íntimamente ligado a su crecimiento humano como niño que aprendía a caminar y hablar primero, después a rezar y a participar en las actividades normales de la vida familiar sencilla. Aprendió a amar a su madre y a su padre, y a los demás en la comunidad, a través del amor que José y María compartieron entre sí (como esposos) y con Él (como sus padres). Su perfección humana se “fraguó” en la “escuela de amor” perfecta de Nazaret,  cimentada en la perfecta paternidad de José y en la perfecta maternidad de María.

En el Bautismo recibimos todo lo que pertenece a Jesús. Por ello es posible que Su Corazón restaure nuestro corazón. Que su perfección sane nuestras imperfecciones. Todas las heridas de nuestros corazones son sanadas, redimidas a través de la gracia del Bautismo, en una gradual transformación en unión con Cristo.  

Esto no se reduce sólo a una realidad espiritual, sino a todo lo que constituye a la persona, en su realidad afectiva y psicológica. Todo en nosotros puede y necesita ser redimido por la Gracia de Cristo.

Mediante tu Bautismo, por el cual eres hijo en el Hijo, Cristo puede curar tus heridas maternas y tus heridas paternas con Su Corazón. Él conserva en Sí la perfección de las relaciones con una madre perfecta y un padre perfecto. 

Reflexionar sobre estas heridas aquí no para quedarnos “detenidos” y lamentándose en ellas, sino para que estén presentes ante la Gracia que Cristo quiere regalarnos, de una relación filial, íntima y confiada con María y José a lo largo de esta preparación.

---

*Para reflexionar:*
¿Cuáles son esas carencias en la educación al amor que pude haber recibido desde mi niñez? ¿Qué heridas específicas materna y paterna necesito curar?

Anímate a hablar de esto con San José.

Pídele que te alcance de su Hijo la gracia de la apertura de corazón.

*Oración a San José*
Glorioso Patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas más imposibles, ven en mi ayuda en esta intención que te confío...
Toma bajo tu protección esta situación que te encomiendo a fin de que tenga una feliz solución.
Mi bien amado padre, toda mi confianza está puesta en ti; que no se diga que te he invocado en vano y, puesto que tú puedes TODO ante Jesús y María, muestrame que tu bondad es tan grande como tu poder.
Amén.

_Vocación al amor_
Argentina. 
Año de San José.

Compartido por: Hno. Rafael Romero Licdo filosofía 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

COMPARTIENDO EL EVANGELIO

COMPARTIENDO EL EVANGELIO

COMPARTIENDO EL EVANGELIO